Revista Ciencia

7 razones para no ser católico, parte I

Por Daniel_galarza
"Es curioso que la Iglesia Católica aliada de Hitler, de Franco, inventora de las Cruzadas y de la Inquisición, protectora de los peores dictadores, grite que sin religión, el mundo estaría peor" Eduardo del Río (Rius).
7 razones para no ser católico, parte I

La iglesia católica apostólica romana (o sencillamente, "la iglesia" para los compas), es la institución religiosa más grande del mundo, con alrededor de 1,1 millones de fieles en todo el globo. Los discursos, opiniones y críticas que el papa en turno llega a hacer sobre alguna situación o problema social resulta ser noticia internacional de primera plana, y así lo ha sido en occidente desde hace varios siglos.


Seguramente si usted es latinoamericano, fue bautizado en la fe católica mientras era un bebé (sin tener uso de razón y por tanto, sin su consentimiento). Así es como uno entra en el catolicismo. Forma parte de nuestra educación, nuestros valores, tradiciones y enseñanzas que desde niños nos son inculcados; y así es como se quedan la mayoría de las personas católicas. No miran a sus creencias con tanto fanatismo como otras sectas cristianas (por lo menos, no es tan usual), sino más bien, ven las doctrinas católicas como parte de lo que son como personas. El niño dios en navidad, la virgen de Guadalupe, los rosarios, el altar al santo x o y, y la memorización del Padre nuestro, Credo y el Ave María, son las nociones más elementales de todo católico. El catolicismo pues, no solo forma parte esencial de la cultura occidental, sino parte de la identidad de millones de personas.


Pero, ¿por qué uno debería ser forzosamente católico? ¿Por qué a nadie le preguntan si para empezar desea ser miembro de esa institución que en el siglo XXI ya huele medio feo? ¿Por qué los católicos usualmente no se hacen estas preguntas? La respuesta al último cuestionamiento ayuda a entender los dos primeros: porque no les interesa. Los fieles al catolicismo lo ven como algo común, como algo que es parte de sus vidas, como la jornada laboral y los frijoles para la cena. Los razonamientos y las dudas salen sobrando para aquellos que lo ven solo como parte de su quehacer diario, mientras que para aquellos que se encuentran en la militancia (o en el fanatismo) son cosas que como buenos católicos no pueden hacer. Pero yo fui católico (de niño), y fui capaz de cuestionarme a mí mismo por qué lo era. La conclusión a la que llegué es que ni es necesario ser católico (o religioso en general) para crecer con valores; y además, presentar apoyo a una institución como la iglesia católica, resulta ser inmoral, un acto que a toda persona en pleno uso de razonamiento debería causarle vergüenza.


Promotora de la mayor cantidad de dogmatismo e irracional, con un historial de corrupción, genocidio, dictaduras, crímenes de guerra; cómplice de algunas de las personas más despreciables de todos los tiempos; contraria a los derechos y libertades humanas; basada en falsedades, pseudohistoria, mitos  y fraudes; inundada en escándalos políticos, económicos y sociales; detractora de la investigación científica libre; protectora de pederastas durante décadas, la iglesia católica, hoy por hoy, no solo es un parásito en la sociedad que absorbe recursos que bien podrían destinarse para programas públicos y demás cosas en beneficio de la sociedad laica, sino que además es un verdadero tumor de la cultura. La institución más vil e inmoral que el ser humano ha llegado a crear y fomentar. El ejemplo número uno de los males de la religión y de cómo, la religión lo envenena todo.


¿Cómo alguien que se dice católico no le puede parecer aborrecible semejante institución? La respuesta a esto es simple: si el católico ignora la historia del catolicismo, será un feliz y despreocupado hombre de fe (aunque sea solo porque un papel lo dice).


El siguiente top 7 lo hice pensando en aquellos que se cuestionan con plena sinceridad: ¿por qué soy católico? y ¿realmente debería serlo? Espero poder aportar un granito de arena útil para que aquellas personas puedan cuestionarse a sí mismas y a su fe, buscando concluir su reflexión en base a los hechos, al respeto de la libertad humana y a la importancia tanto individual como social de la religión. Pienso que nadie tendría por qué sentirse orgulloso de llamarse católico (ni de ningún otro credo religioso) y muestro aquí los por qué's que, considero, son los más importantes.


7. Los principios de la doctrina católica son discriminatorios. No es ninguna novedad el decir que la iglesia católica, al presentar un fondo moral de los tiempos medievales, discrimine o sea utilizado como fundamento para la discriminación por raza, nacionalidad, sexo y preferencia sexual.

Los casos históricos en que se apoyó la esclavitud de los negros y de los grupos indígenas colonizados, deberían bastar para poner en evidencia la inmoralidad de la doctrina católica que servía para incluso afirmar que negros e indígenas, ni siquiera tenían el estatus ontológico de seres humanos. Un católico de buena fe podría pensar que esto es cosa del pasado, que la iglesia, a lo largo de los siglos, ha cambiado. Pero no es así.

La iglesia católica sigue promocionando de forma abierta la discriminación. Si el caso de los negros y los indígenas no sirve de evidencia, tal vez sí lo sirva los casos de discriminación contra las mujeres y los homosexuales, promovidos abiertamente por la iglesia católica. Discriminación es una palabra que usualmente se usa de forma vaga. Aquí, estoy entendiendo por discriminación toda acción que denigre, restrinja y/o menosprecia a cierto tipo de individuos por poseer o no un conjunto de características específicas. Las mujeres son un grupo de individuos (parte de la misma sociedad) que poseen ciertas características, las cuales, las definen como mujeres. Y la acción de menospreciar, restringir o denigrar a las mujeres por el hecho de ser mujeres, se le llama discriminación. Lo mismo para con los homosexuales.

7 razones para no ser católico, parte I
El derecho canónico nos dice que la mujer no tiene derecho a ejercer cargos públicos (como el de ser juez, dirigente político o sacerdote) en nombre de la "preservación de la modestia y la dignidad de la mujer." En este sentido, las mujeres, por el solo hecho de ser mujeres, no tienen derecho a ser lo que ellas mismas decidan ser o a aspirar a cargos de gran importancia social. Por esta misma razón, las mujeres no tienen derecho a usar vestimentas de hombre (o sea, las mujeres que usan pantalones están en grave falta). Estas y otras restricciones (más de tipo religioso) pueden consultarse fácilmente en la Enciclopedia Católica, cuyo mejor resumen sobre lo que la iglesia opina sobre las mujeres es: "la mujer pertenece a su hogar". Hay que recordar que la iglesia católica es, según se nos dice, la heredera directa de las enseñanzas de Jesucristo. La iglesia admite tanto al Antiguo como al Nuevo Testamento como libros sagrados e incuestionables. Por lo tanto, la iglesia católica también defiende las aberraciones misóginas de la Biblia, tales como las de Timoteo 2: 11-15.

[11] Que la mujer se quede callada y se deje instruir con atenta sumisión. [12] No permito que la mujer enseñe ni que quiera mandar a su marido, sino que se quede tranquila. [13] Porque Adán fue formado primero y después Eva. [14] No fue Adán el que se dejó engañar, sino la mujer, que engañada, llegó a desobedecer. [15] Sin embargo, la maternidad la salvará, con tal que lleve una vida santa y ordenada en la fe y en el amor.
Si usted considera ofensiva esta cita y quiere ser un(a) buen(a) devoto católico, deje de cuestionarse y acuda con el sacerdote de su localidad, de seguro él le ayudará a ver de forma más bonita el por qué, de acuerdo a la doctrina católica, la mujer es inferior al hombre.

La situación con los homosexuales no es tan distinta, y de hecho, es mucho peor. La Biblia básicamente aconseja que los homosexuales deben ser exterminados ya que el hecho de ser homosexual y de tener relaciones con un semejante (sea hombre con hombre o mujer con mujer) es una infamia que se castiga con la muerte, "para que así no haya infamia" entre la sociedad. Un ejemplo de ello es Levítico 20: 13.

[13] Si alguno se ayuntare con varón como con mujer, abominación hicieron; ambos han de ser muertos; sobre ellos será su sangre.
Las opiniones públicas de la iglesia católica, aunque tal vez no fomentan el exterminio masivo de homosexuales, sí asegura que la condición homosexual es por definición inmoral. Los homosexuales no deben justificar moralmente su condición porque tal justificación, según la iglesia, no existe. De acuerdo a "On the pastoral care of homosexual", carta a los Obispos de la Iglesia, emitida por la Congregación para la doctrina de la fe en octubre de 1986, es claramente erróneo pensar que la Biblia no tiene que tomarse en cuenta para el debate sobre la homosexualidad. O sea, ¿decimos que es inmoral las preferencias sexuales de cada quien, pero los consejos de la Biblia deben ser tomados en cuenta como si estos tuvieran algo qué decirnos sobre la moral? Una buena pregunta que se debería hacer es ¿acaso una opinión como la de la Congregación para la doctrina de la fe puede catalogarse como remotamente moral dadas sus afirmaciones? Cualquiera que ponga atención diría que no.

Siguiendo el mismo documento, cualquiera que "caiga" en conductas homosexuales no solo es inmoral, sino que además va en contra del designio de Dios. Vamos, va contra la naturaleza de las cosas. Es aquí donde algunos esgrimen la afirmación "la homosexualidad es contra natura." Sí, claro, y creer en palomas espirituales que preñan a vírgenes para concebirse a sí mismos es un acto muy natural ¿cierto? Dejando de lado la blasfemia, un hecho que los anti-homosexuales parecen ignorar es que ésta, la homosexualidad, existe en varios cientos de especies animales distintas (desde los humanos a los ratones, lo que sugiere que se trata de una condición normal en la naturaleza). La homofobia, por otra parte, existe solo en una especie (paradójicamente, la que presume de ser la más inteligente).


¿Seguimos pensando que la iglesia no discrimina?


Véase más: "Homosexuality and Roman Catholicism", entrada de la Wikipedia en inglés; "Catholic teaching on homosexuality are homophobic. It's that simple", artículo de Humanisticus en Skeptic Ink; "La homofobia SÍ es cristiana", artículo de David Osorio en De Avanzada; "Mujer, Iglesia y Justicia", ensayo de Margarita González de Pazos.


6. La iglesia ha sido cómplice y culpable de crímenes contra la humanidad. En Abril de 2010 el mundo volvía a tener la mirada de horror e indignación luego que se diera a conocer la repugnante historia del sacerdote Stephen Kiesle, quien había sido acusado desde los 80s de atar y violar a menores de edad en una iglesia en California, EEUU. Kiesle acusado en varias ocasiones de abuso sexual a menores se libró una y otra y otra vez del peso de la justicia, pero no fue gracias a él en sí, sino a la ayuda que recibió por parte del Vaticano mismo. De acuerdo a una carta firmada por el entonces cardenal Joseph Ratzinger, encontrada en EEUU, fechada en 1985 y publicada por The Associated Press, el que un par de décadas más tarde sería el papa, sugería que lo mejor que se podía hacer con un caso como el de Kiesle era pensar primero que nada en "el bien de la Iglesia Universal." Ratzinger afirma que casos como este, deben ser tomados con cautela y discreción "lo que requiere un largo tiempo."

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Juan Pablo II y Marcial Maciel.

En 2009 la prensa mexicana daba a conocer una historia que bien parecía un cuento de terror: el sacerdote fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, quien había muerto un año atrás, resultaba ser uno de los monstruos de la depravación más perversos que el mundo actual llegó a conocer (y a mantener). Maciel había abusado de menores de edad de forma impune desde por lo menos la década de 1940 hasta su retiro en 2006. Maciel fue un monstruo del que el Vaticano estuvo enterado desde el principio, tal como lo evidencia la correspondencia de los papas Pio XII, Juan Pablo II y Benedicto XVI, quienes siempre recibieron "generosas donaciones" de parte de los Legionarios. Tal como las historias de Kiesle y Maciel, existen otras cientos de casos en las que sacerdotes atacaron sexualmente a cientos, sino es que miles, de niños al rededor del mundo (escándalos similares se han presentado en otras sectas como en los testigos de Jehová, los mormones, los evangélicos, así como entre comunidades judías y musulmanas). 

Ante tales hechos, algunos parecen no conocer la definición de vergüenza cuando llegan afirmar cosas como "los sacerdotes son humanos que también tienen necesidades como todos" o "no puedes culpar a la iglesia por un puñado de hombres malos dentro de ella." El asunto de los sacerdotes pederastas presenta dos puntos claves en la reflexión de por qué deslindarse por completo de la iglesia católica: 1) porque además de la cantidad espantosa de depravados con sotana en todo el mundo, también están los monstruos, como Juan Pablo II y Benedicto XVI, que se preocuparon más por el prestigio de su lucrativo negocio que por el bienestar de miles de niños inocentes por décadas. No solo se trata de abusadores de niños, sino de una red gigante de encubridores de estos casos, todos aquellos cometiendo el escalofriante crimen contra la humanidad de la conspiración y la corrupción. Este punto ha sido ampliamente debatido y denunciado, al grado de que, activistas como el biólogo Richard Dawkins y el difunto periodista Christopher Hitchens, demandaran en su tiempo al entonces papa Benedicto XVI por crímenes contra la humanidad. La iglesia es pues, una cueva de criminales. 2) el tema da para una interesante "reflexión teológica" que cuestiona seriamente la idea de un dios bondadoso y el estatus de la iglesia como su representante: de acuerdo a los mismos dogmas católicos, las autoridades eclesiásticas son puestas por Dios, ya que solo Dios sabe quiénes tienen que ser sus representantes en la Tierra. Dios puso a sacerdotes como Kiesle y Maciel en sus iglesias, y a corruptos encubridores como Pio XII, Juan Pablo II y Benedicto XVI a la cabeza de toda la institución. Dios es omnisapiente, así que sabía, mucho antes de la creación del Cosmos, las fechorías que sus "representantes" cometerían a lo largo de la historia de la humanidad. Por lo tanto, o Dios es cruel de una forma humanamente inimaginable al colocar a estos sujetos a la cabeza de su iglesia, o sencillamente no existe, la iglesia no es representante de ningún dios en la Tierra y se está cometiendo una injusticia al perdonar felizmente a delincuentes como los que son los pederastas y sus encubridores con sotana.

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Augusto Pinochet y Juan Pablo II

Y por cierto, no hablamos ya de otros cientos de crímenes contra la humanidad que la iglesia ha perpetrado a lo largo de toda su oscura historia: culpable de genocidios, guerras, racismo, cacería de herejes, abusos de poder, corrupción, cómplice de dictaduras, adoctrinadora de generaciones enteras, silenciadora de la investigación libre,  lavado de dinero, amistades con la mafia y el narcotráfico, protectora de criminales de guerra (tal como los nazis y los fascistas)... la iglesia tiene una gigantesca cola que le pisen, la cual no desaparece solo con pedir perdón.

Véase más:  "Priest shuffling" y "Protecting child rapists", entradas en The Skeptic's Dictionary, de Robert Todd Carroll;  "Catholic Church sexual abuse cases" y "Roman Catholic sex abuse cases by country", artículos de la Wikipedia en inglés; "La Iglesia del encubrimiento", artículo de Héctor de Mauleón en la revista Nexos, Julio, 2010; "Maciel: la operación censura Crónica del boicot a Canal 40", artículo de Ciro Gómez Leyva en la revista Nexos, Julio, 2010; "No les creemos", artículo en el blog Alerta Religión; Marcial Maciel. Historia de un criminal, de Carmen Aristegui, editorial Debolsillo.

5. La iglesia es contraria a las libertades individuales. Como un derivado lógico de las dos anteriores, no es difícil adivinar que los principios que maneja la iglesia católica (y en general el cristianismo), son de tipo autoritario, contrarios a los valores de libertad individual. 


Ejemplos del autoritarismo homicida del catolicismo nos los muestran en una buena clase de bioética: eutanasia y aborto. ¿Tiene derecho un ser humano que sufre una enfermedad terminal el ponerle fin a su sufrimiento mientras aún se encuentra en pleno uso de sus facultades mentales, evitando así su miseria y la de sus seres queridos (al verlo sufrir)? ¿Tiene derecho una mujer a practicarse un aborto en condiciones óptimas y legales dentro de un hospital que le garantizará salud, privacidad y respetará su decisión, una vez haya sido tomada después de meditarla con todo el conocimiento necesario para optar por otras alternativas? Para los cínicamente llamados "grupos pro-vida", ONGs católicas que solo buscan desinformar y crear escándalos, la respuesta a estas dos cuestiones es un rotundo e inamovible no.


¿En qué se basan los grupos pro-vida para negar los derechos de elección a estas personas? En ambos casos, se esgrimen argumentos sobrenaturales, desconectados por completo de auténticos dilemas morales. En el primero, el de la eutanasia, se asegura que la vida es sagrada y que ésta solo la puede quitar Dios, cuando él lo decida, sin importar si la persona se encuentra con dolor permanente, si está mutilado y/o con un padecimiento incurable en el que el sufrimiento de padecerlo no puede ser aminorado por los fármacos. Basados en esto, es posible encontrar más de 10 excusas, digo, argumentos en contra de la eutanasia, tal como nos demuestra el Comité Nacional Provida México. 


En lo que respecta a los "argumentos" 1, 2, 3, 7, 8, 9 y 10, no son más que especulaciones sin fundamento alguno, del tipo "si se permite que x, entonces posiblemente y." Se trata solamente de la falacia de consecuencias adversas, en las que la posibilidad (hipotética, más no sostenida con hechos firmes) de que se pueda empeorar la relación médico-paciente, desincentive la inversión en investigación médica sobre paliativos y tratamientos para el dolor, que se vuelva una epidemia (porque, dicen, es contagiosa) o que no haga que se extinga la eutanasia ilegal, parecen ser razones más importantes que preservar el respeto a la libertad de una persona a decidir qué hacer con su cuerpo. El "argumento" 4 es una típica apelación a la tradición: ya que el juramento hipocrático es un juramento milenario, los médicos no deben ser contrarios a este, aunque eso implique prolongar el sufrimiento de su paciente. El 5 es una pobre excusa que muestra cómo este tipo de organizaciones (financiadas y basadas en los principios de la institución mayor: la iglesia) mira el sufrimiento como algo sin importancia para una elección. Tal como han demostrado los mayores monstruos de la iglesia, como la infame madre Teresa de Calculta, esta idea descansa bajo el supuesto de que, ya que el mundo material es solo "temporal" y hemos venido a este a sufrir para que nuestro espíritu sea redimido y perdonado por los "pecados de la carne", de modo que así podamos disfrutar de la alegría eterna de estar junto a Dios en el paraíso. Con un pensamiento así (expuesto no solo por la criminal Teresa de Calcuta, sino también por ONGs "provida"), no resulta difícil comprender cómo estos sujetos pueden negar la libertad de elección de un paciente terminal a practicarle eutanasia (decisión que debe ser meditada, informada y discutida tanto con el paciente, el médico y los familiares del paciente, todos llegando a un común acuerdo en beneficio de todos). La miseria del "argumento" 6 se cae con los casos en los que se aceptó la eutanasia como un derecho derivado de la libertad de elección en varias partes del mundo.

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Con el aborto pasa algo similar. Bajo el mismo supuesto de que la vida es sagrada y solo Dios puede quitarla, estas personas se sienten con del derecho divino de juzgar de asesinas a las mujeres que deciden no concebir un hijo fruto de una violación, un feto malformado o muerto, o por ser un embarazo de alto riesgo decidiendo abortar para salvar su propia vida, su futuro y su estabilidad. Algo que estos grupos parecen no entender es que una cosa es oponerse a la decisión del aborto y otra muy distinta es oponerse a la legalización del aborto como una alternativa de entre muchas. La primera se reduce a una opinión personal (yo, por ejemplo, me manifiesto en contra del aborto, pues considero que existen otras alternativas viables en ciertos), mientras que la segunda será una garantía jurídica y moral en la que la mujer, estando debidamente informada y tomando una decisión en sus cinco sentidos, puede decidir libremente qué hacer con su cuerpo y con su futuro (así, aunque estoy en contra del aborto, al igual que estoy en contra de fumar o beber alcohol, sí considero que una mujer, igual que un fumador o un bebedor, tiene la capacidad de tomar sus propias decisiones). Desde luego, la despenalización del aborto debe siempre contar con ciertas restricciones (igual que en el caso de la eutanasia) pasando revista a cada caso particular, consultándolo con un comité de bioética, con los familiares implicados y con la persona que desea provocarse el aborto. Si la persona está en peligro de muerte, si el feto tiene ínfimas posibilidades de sobrevivir el embarazo o si fue el resultado de un acto criminal que afectó física y psicológicamente a la persona, el aborto puede considerarse como una opción, y la persona que así lo considere tiene todo el derecho a practicarlo sin miedo a represión legal o moral.


Los grupos provida en su desesperación apelan a que los fetos, aún cuando tienen días de existencia, son personas y como tal, tienen derecho a la vida. Este no es más que uno de los grandes mitos sobre el aborto y el embarazo, bastante hipócrita por cierto (en un momento explico por qué). La evidencia actual demuestra que un feto (en el caso de los humanos) se desarrolla como tal hasta los dos meses de embarazo. Antes de esto, el cúmulo de células producto de la fecundación carece de sistema nervioso (es decir, no posee consciencia, ni tampoco puede sentir. Es más una parte del cuerpo de la madre que un ser vivo independiente). Durante las primeras semanas de gestación, es imposible afirmar que un feto sea un ser vivo, mucho menos, afirmar que tiene derechos. Los provida pues, necesitan una buena clase de biología. Ahora, volviendo a lo de hipócritas, las ONGs que se preocupan por defender los "derechos sagrados" de un montón de células, según ellos, basados en sus principios cristianos, tal vez deberían darle una hojeada a los forjadores de los dogmas cristianos, tales como el teólogo y doctor de la iglesia, Tomás de Aquino (a.k.a santo Tomás).


Aquino se planteaba una pregunta teológica: ¿a partir de cuándo el alma entra en el cuerpo? El filósofo medieval concluye que ésta no entra en el cuerpo (como fantasma en la máquina) hasta que el cuerpo tiene forma humana, y es por tanto, hasta entonces se considera como un ser humano propiamente dicho (o sea, hasta la semana 8-10 de embarazo. Antes de estas, el feto, de acuerdo al santito, no es una persona). Los teólogos, como maestros de los huecos retóricos y las especulaciones vacías, justifican su rechazo a estas ideas tomistas porque, como el papa y los clérigos no la aceptan, entonces es falsa. O sea, se trata de pura convención en las que solo se acepta lo que una autoridad decide aceptar sin ofrecer razonamiento válido alguno.


Con una religión así, urgen los verdaderos grupos provida. Grupos que de verdad fomenten los derechos humanos, no en concepciones sobrenaturales y carentes de sentido, sino en base en convicciones y valores humanistas realistas.


Véase más:"Euthanasia", entrada de RationalWiki; "El sufrimiento es una oportunidad", artículo en el blog Alerta Religión; "Aborto: ¿es posible tomar al mismo tiempo partido por <<la vida>> y <<la elección>>?", en Miles de Millones, de Carl Sagan, Ediciones Debolsillo.

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