Revista Cultura y Ocio

Las pequeñas virtudes de Natalia Ginzburg

Publicado el 09 septiembre 2010 por Carol
Las pequeñas virtudes de Natalia Ginzburg
Ya habréis visto que últimamente estoy menos lectora que nunca, eso es porque estoy haciendo estos días un curso de animación con Flash, y entre el tiempo que me quita y lo cansada que acabo el día, la mayoría de las veces acabo durmiéndome con el libro en las manos. Las pequeñas virtudes de Natalia Ginzburg (una recomendación que tomé de
Los libros de Teresa) ha sido por tanto, un libro perfecto para éstos días, porque es muy breve, y porque se divide en pequeños ensayos perfectos para leer en el metro (ojo, sólo si podéis concentraros de verdad en sitios con ruido, porque es de esos libros que dan bastante que pensar). Lo de ensayos que no asuste a nadie, porque si bien hay algunos que son reflexiones de la autora sobre la vida, el amor, el oficio de escribir o la educación; y otros sobre sus propias vivencias como el exilio durante la guerra; está todo escrito de manera novelada, así que podríamos decir incluso que se trata de un libro de relatos. Su lectura es muy amena, porque trata temas de lo más variados, y porque incluso cuando habla de sus propias experiencias, lo hace dándole a todo un enfoque universal con el que podemos sentirnos identificados.
Las pequeñas virtudes de Natalia GinzburgNatalia y Leone Ginzburg
Natalia Ginzburg nació en Palermo en 1916, pero vivió muchos años en Turín donde conoció e hizo amistad con el también escritor Cesare Pavese (al que le dedica uno de los ensayos), del que ya hablé aquí a propósito de El bello verano. Proveniente de una familia acomodada y judía, con un fuerte ideario antifascista (tanto su padre como sus hermanos fueron detenidos y procesados por éstas ideas), se casó con Leone Ginzburg, un profesor de origen ruso de ideas también antifascistas que había estado en la cárcel por ellas. En 1940 el matrimonio junto a sus hijos tienen que exiliarse a un pueblo de los Abruzzos, al ser desterrado Leone por los fascistas, sin embargo, será detenido finalmente y torturado hasta la muerte en una cárcel de Roma. Natalia recoge éstos momentos tan duros, y nos habla de su vida en los Abruzzos o del hambre y la miseria que pasan durante la ocupación fascista. Pero también hay ensayos alegres, como cuando nos habla del tiempo que vivió en Londres donde es imposible no reírse de las extravagancias de los ingleses y de la incomprensión de ésta italiana que hecha de menos el sol y la buena comida. Me ha gustado especialmente uno de los ensayos en el que habla del amor a su esposo, pero en vez de hacerlo de una manera convencional, lo hace contraponiendo los caracteres tan diferentes de su marido y ella. Tan sólo le pondría una pega, y es que a veces la escritora se pone demasiado moralizante, especialmente cuando habla de la educación de los hijos, de lo que se espera de nosotros en la vida o de lo que está bien o mal. Quizá ésto sea algo más bien personal, pues no suelen gustarme los discursos moralizantes. Aún así, en conjunto es una obra y una escritora que merece la pena conocer, y una experiencia, la de su vida recogida en éstos breves ensayos, que merece ser leída.
** En la foto del libro podéis ver mi último capricho, una tetera que esconde debajo una taza y una bandeja (que recoge un diseño del Victoria & Albert Museum de Londres, ambos de la maravillosa tienda Living in London.

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