Revista Cultura y Ocio

Paul Auster. Un recordatorio

Publicado el 09 mayo 2024 por Juancarlos53
Autores norteamericanos judíos del siglo XXDesde que el novelista y cineasta Paul Auster (Newark, 3 de febrero de 1947) falleciera el pasado 30 de abril no ha pasado día que no pensara cómo hacerle un levísimo homenaje personal. Por fin, a ocho días de su fallecimiento -todos los santos tienen octava, reza el dicho- he decidido hacerlo recomendando, en forma de reseña, alguna novela suya que recordara especialmente.
De Paul Benjamín Auster he leído los siguientes títulos: El palacio de la luna (1989),  El libro de las ilusiones (2002), Brooklyn Follies (2006), Sunset Park (2010) y A salto de mata: crónica de un fracaso precoz (1997), única obra, esta última, que tengo reseñada en este blog. De estos cinco libros guardo muy buen recuerdo, lo que quiere decir que todos ellos fueron de mi agrado. Puesto a elegir uno de los cuatro títulos de ficción leídos [A salto de mata es una novela autobiográfica] de este excelente novelista norteamericano que recuerde especialmente éste sería Brooklyn Follies. Es, pues, con la reseña de esta novela que leí el año 2008 con la que desde El blog de Juan Carlos homenajeo al gran guionista, director de cine, lingüista, traductor, novelista, poeta, ensayista, profesor universitario, autobiógrafo, escritor, dramaturgo, músico, libretista, crítico y editor que fue Paul Auster. Descanse en paz.
Brooklyn Follies

(La especie de reseña que viene a continuación la realicé en 2008 nada más finalizada su lectura. La mantengo tal cual. En ese año aún no había abierto este blog y no me inquietaba nada revelar más de la cuenta en mis escritos. AVISO, pues, a los lectores de que las líneas que vienen a continuación pueden incurrir en spoiler. Procuraré evitarlo ocultando las frases que así me lo parezcan. Gracias. Quienes deseen leer lo que está oculto basta con que pasen el cursor seleccionando esas frases

El libro, aparecido en 2006 y recibido como regalo en las Navidades de 2007, me ha parecido un auténtico ‘regalo’ para ser leído. Francamente, me ha gustado mucho. Es de las veces, no muy frecuentes por cierto, en que una novela te atrapa y te engancha.

Asunto: Nathan Glass, de 60 años, divorciado de su mujer y padre de Rachel de quien lleva una temporada algo distanciado, tras una vida como vendedor de seguros, llega a Brooklyn donde nació,  para instalarse y pasar los años -o el tiempo que le quede- después del cáncer de pulmón que se le diagnosticó, del que fue operado y sometido a la quimioterapia correspondiente.

Así, a simple vista, parece que el tono de la historia va a resultar dramático, feo, gris. Pero, nada de eso. Nathan un día, por casualidad, reencuentra a su sobrino Tom Woods, hijo de su hermana June recientemente fallecida, al que recordaba como chico inteligente y con unas perspectivas envidiables. Sin embargo se topa con un treintañero abandonado –está bastante gordo-  que ha salido adelante con empleos esporádicos (ha trabajado como taxista) y que ahora está en la librería Brightman’s Attic. Esta librería pertenece a Harry Brightman, un homosexual muy interesado por la cultura que cuando conoció a Tom quedó encantado con él por su cultura y conocimientos; aunque pretendió tener relaciones con él, cuando Tom se negó él aceptó su postura y le ofreció trabajo. En esta librería también trabaja RufusSprague, un chico jamaicano que es el querido de Harry .

Estas dos relaciones, la del sobrino y la del librero, le sirven a Auster para introducirnos en un mundo de personajes que debidamente llevados ocuparán el resto de la novela. Así, por Tom sabemos de su hermana Aurora, que ha deambulado por terrenos más que peligrosos durante su juventud (drogas, prostitución, etc.), pero que ahora parece haberse tranquilizado. Este hilo abrirá el relato al personaje de Lucy, la hija de 9 años de Aurora que un día sin previo aviso se presenta en casa de Tom enviada por su hermana desde no se sabe donde porque Lucy dice que no puede hablar al haberle prometido a su madre guardar silencio. Por este motivo, Tom y Nathan deciden llevar la niña a Vermont donde vive Pamela, hermanastra de Tom que vive en el campo lo que ambos –tío y sobrino- consideran muy apropiado para la niña. Pero Lucy es un diablillo que no quiere esa solución y, en secreto, ocasionará un percance en el automóvil de Nathan durante el viaje desde New York a Burlington (Vermont); por ese motivo (la niña echó 40 latas de coca cola en el depósito de gasolina del vehículo) deberán quedarse unos días en Brattleboro donde en un taller les repararán el auto. Mientras aguardan se alojarán en una casa rural –diríamos aquí- que no se inauguró en su momento al haber fallecido repentinamente la mujer del dueño de la misma de apellido Chownder. A través de este personaje conoceremos a su hija, Honey, que, buena cocinera como es, se trasladará a la casa rural para atender a los huéspedes y así ayudar a su padre. Consecuencia: Tom y ella se enamorarán, y tras una serie de indecisiones se casarán, lo que provocará que el viaje a Burlington se frustre y Lucy comience a vivir con la joven pareja, decisión que satisfará a todos.

De esta línea, la de Tom, ya sólo resta hablar de la madre de Lucy y sus problemas con su marido David Minor. Este es un seguidor de la iglesia del Templo del verbo divino fundada por el reverendo Bub, personaje engañabobos que sólo busca su provecho personal y que incluso llegará a solicitar servicios sexuales de Aurora para permitir que Lucy no siga al pie de la letra los absurdos postulados de esta iglesia. Es por esto que Aurora decide sacar a su hija de ese ambiente de secta en el que su marido los tiene confinados. Y aunque ella quiere también escapar no podrá hacerlo al estar vigilada estrechamente por Minor. Sólo logrará salir cuando su tío Nathan la localice y acuda a su domicilio a llevársela ante los sorprendidos ojos de David Minor.

La otra línea de desarrollo argumental viene dada por la biografía de Harry Brightman, quien antes de montar la librería tuvo amistades y actividades no muy recomendables que le llevaron a la cárcel. El motivo fue la falsificación de obras de maestros de la pintura que su novio Gordon Dryer realizaba y que él comercializaba hasta que todo fue descubierto. Años más tarde, cuando ya estamos inmersos en la historia antes descrita, este Dryer y su amigo Trumbell le proponen a Harry otro ‘fastuoso’ negocio de falsificación que les hará millonarios. Se trataba de falsificar el manuscrito inexistente de Hawtorne, La letra escarlata. Harry, crédulo como era, acepta a pesar de las advertencias de Nathan. Pero todo no es más que una extorsión, que ocasionará la muerte por infarto de Harry, quien en su testamento legará la propiedad de la librería y del edificio que la alberga a Rufus y TomComo Rufus, que era un travestido por las noches, decide abandonar Brooklyn y Tom y Honey quieren llevar una vida más tranquila y hacerse profesores, todos los bienes de Harry serán vendidos.

Novelas neoyorquinas de Paul Auster, literatura norteamericana

El epílogo de la historia viene dado por la evolución de Nathan quien lleva una plácida vida con su amante Joyce Mazucchelli, madre de la BPM (buena y perfecta madre, en palabras de Tom Woods) Nancy Mazucchelli de la que Tom en un tiempo se sintió enamorado y que tras separarse de su marido e irse a vivir a su casa Aurora y su hija Lucy acabará enamorándose de ésta y haciendo vida de lesbianas, algo que a Joyce escandalizará pero que Nathan le ayudará a comprender y transigir.

Nathan sufrirá un amago de ataque al corazón que piensa le llevará a la muerte. Pero no, sólo fue una inflamación de esófago y volverá a incorporarse a su casa de Brooklyn para seguir escribiendo ese Libro de las locuras de los hombres que empezó en junio del año 2000 cuando llegó allí y que ahora 40 minutos antes de las 8 de la mañana del 11 de septiembre de 2004 le está haciendo sentirse un hombre pleno, en un mundo feliz y bien hecho, que él, claro, no sabe que saltará en pedazos dentro de 40 minutos.

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Hasta aquí la especie de resumen-reseña que escribí en 2008 sobre Brooklyn Follies. Al repasar mentalmente las lecturas que he hecho de Paul Auster descubro una serie de características que en mi opinión identifican de manera singular su literatura y que a mí me han hecho disfrutar mucho de ella leyendo sus libros: 
  • La primera es la importancia que en todos sus relatos tiene su condición de judío. Aunque no fuera practicante, su educación familiar es visible en sus novelas en las que las festividades y protocolos culturales de actuación de esa comunidad religiosa aparecen con frecuencia. 
  • En segundo lugar la manera que tiene de ir haciendo aparecer a los distintos personajes es muy reconocible en su estilo; surgen éstos de manera natural, fruto de las meras relaciones humanas, del propio discurrir de la vida. El azar, la casualidad, siempre tiene mucha importancia aquí.
  • Mucho más propio de su estilo es la propia construcción de sus historias, que discurren con abundantes vueltas hacia atrás, anticipaciones y resúmenes que poco a poco, fragmentariamente, van dando forma al todo que es la narración. 
  • El cosmopolitismo neoyorquino y de otras ciudades -entre ellas algunas europeas como París o Londres- es seña identitaria de su escritura; esta identidad cosmopolita es característica que reconozco en otros muchos autores norteamericanos como Philip Roth, Richard Ford, Kurt Vonnegut, James Salter, Lucia Berlin, Dominick Dunne, Siri Hustvedt, Jonathan Franzen y tantos otros más, que me hacen distinguir con claridad su manera de escribir de la de autores de otras nacionalidades.
  • Historias muy urbanas de personajes inmersos o relacionados con el mundo de la cultura, especialmente de la literaria: periodistas, profesores, críticos, traductores, libreros... 
  • Mezcla de géneros y ruptura de los límites en los que se encuadran éstos. 
  • Presencia frecuente de la metaliteratura en sus libros. En A salto de mata es total, claro.
  • Magnífico dominio de todos los estilos narrativos con especial manejo del indirecto libre con el que consigue dotar a muchas de sus historias de esa atmósfera imaginativa, metafísica o evanescente tan característica en él.
  • Cierto suspense y sensación kafkiana presente en buen número de sus historias que contribuyen a la creación de esa atmósfera metafísica o evanescente antes citada.
  • Importancia capital en sus libros -no sólo en los de no ficción- del autobiografismo. Pedir cuentas a familiares por unos u otros personajes -a los padres, sobre todo- es asunto frecuente en no pocas de sus novelas.
  • Etc.
Así doy término a este recordatorio-homenaje póstumo a Paul Auster, un escritor que ha marcado, junto a muchos otros citados también aquí, la literatura norteamericana del siglo XX y del primer cuarto de este XXI en que nos encontramos.
¡¡Descanse en Paz, Paul Benjamin Auster!!
Paul Auster.  Un recordatorio


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